9 de cada 10 startups fracasan antes de los 10 años de vida, y somos muchas las personas que nos hemos dedicado, alrededor del mundo, a buscar los porqués de este dato tan escalofriante.
La palabra startup está muy generalizada en el mundo en el que vivimos hoy en día, pero ¿qué es lo que realmente define a las startup? Si entendiéramos startup como una nueva empresa, una peluquería recién abierta o un nuevo café entraría dentro de esta definición. Es, quizás, el carácter de las personas que trabajan dentro de ese nuevo negocio lo que les diferencia de los demás: esa mentalidad específica formada por un espíritu de emoción y posibilidad.
Pero, por mucho que tengan ese carácter, las startups se caracterizan por tres tipos de potencial:
- Potencial de crecimiento: una startup siempre debe crecer de forma exponencial en lugar de linealmente. Con otras palabras, ha de basarse en un negocio escalable.
- Potencial innovador: este tipo de empresas tienen que probar supuestos que no han sido probados antes, es decir, han de crear una propuesta de valor disruptiva que sea capaz de solucionar un problema o generar una alegría mediante la creación de un producto, servicio o tecnología que se diferencie de lo que ya existe.
- Potencial global: las startups surgen de ideas que pueden comercializarse más allá del lugar en el que se encuentra en el momento de creación, ya sea en el mismo país de origen o en otros.
Por lo tanto, por naturaleza, las startups son arriesgadas y experimentales, ya que va a ser el mercado el que decida si ese producto o servicio es bueno y si habrá suficiente demanda, y es algo muy difícil de prever.
Sabiendo esto, nos surge la duda ¿en qué fase de su vida es más probable que fracasen?
Aquí es donde aparece el dato que tantas veces hemos escuchado: 9 de cada 10 no consiguen llegar a los 10 años de vida, pero esto es engañoso, ya que no todas las startups se enfrentan a un 90% de posibilidad de fracaso. Esto es debido a que cuanto más tiempo sobreviva tu empresa, más probabilidades de éxito hay, lo que tiene lógica ya que en un mercado libre de ideas como el que vivimos, únicamente las de mayor potencial son las que se van a desarrollar. En definitiva, la mayoría de startups fracasan en la fase de concepción.
Según un estudio del Journal of Empirical Entrepreneurship el 80% es una cifra más precisa que el 90% ya que de un estudio en el que cogieron 35.568 startups, 6.856 lograron finalmente una OPV o adquisición. Es decir, alrededor del 20% superan el primer año de vida.
Llegamos entonces a la pregunta ¿por qué fracasan?
La principal razón o mejor dicho, la más común, es la falta de demanda del producto o servicio, es decir, el desajuste entre el producto y el mercado. En la mayoría de casos esto se produce debido a la ausencia de conversaciones, entrevistas y validaciones con los potenciales clientes que hay en la calle. Porque preguntar a tu familia y amigos nunca es suficiente.
Gracias a un estudio realizado por Failory basado en más de 80 entrevistas, esto representa el 34% de los fracasos de las startups. Y es que, por mucho que puedas tener la tecnología, las métricas, la experiencia y unos muy buenos advisors, si no eres capaz de resolver un “pain point” de forma escalable y repetible, no vas a tener éxito.
El segundo gran problema según este estudio, es el marketing. Y es que la falta de estrategias y canales en este sector puede hacer que nuestro proyecto no llegue a ser conocido ni por nuestros “early adopters”. De hecho, representa el 22% de las razones por las que una startup no pasa del primer año de vida.
Otras razones, menos comunes, pero no menos importantes son:
- Los problemas de equipo: no todas las personas están hechas para trabajar juntas. Es importante, si no empiezas solo, tener un equipo con diversas habilidades que estén orientados al mismo objetivo. En caso de emprender en solitario siempre es bueno contar con personas externas especializadas en el sector.
- Los problemas financieros: cómo y en dónde gastar es una de las preguntas más importantes, y no siempre es fácil llegar a los inversores. Siempre recomendamos usar el modelo Bootstrapping.
- Los problemas tecnológicos: no todo el mundo tiene el acceso a la tecnología requerida y aún teniéndolo desconoce cuál es la correcta y en qué momento. Por eso los emprendedores se enfrentan a problemas como: construir soluciones digitales, elegir las herramientas de software correctas, decidir el hardware, asegurar la ciberseguridad…
- Los problemas legales y operacionales: estructura de la compañía, licencias, políticas de privacidad, contratos con los empleados…
Sin embargo, todos estos datos no se deben tomar al pie de la letra ya que cada empresa es única y dependen mucho del sector al que estén enfocados, la financiación que tengan y a la que puedan acceder, y de la etapa en la que se encuentren. Además, dependiendo de a quién preguntes, la importancia de los factores que hemos descrito puede variar. Si en vez de haber centrado este post en el estudio realizado por Failory, nos hubiésemos fijado en el realizado por CB Insights la razón número uno era la falta de necesidad del mercado, o el estudio de Fractl según el cual, el modelo de negocio no sea viable o que se esté quedando sin dinero, era la más importante.
Lo único que podemos dejar claro y en lo que todos estamos de acuerdo es que lanzar una startup es una decisión valiente y arriesgada que debe ser aplaudida, sin importar el momento ni las circunstancias en las que se realice.